Drama en el campo: no hay quién compre y las cosechas se pierden

Según la FA0, se estima que el 87 % de los productores tienen problemas por causa de la pandemia.

El sector agropecuario no ha sido inmune a los efectos negativos de la pandemia por el nuevo coronavirus. Si bien es una de las áreas autorizadas que se ha mantenido activa pese al aislamiento obligatorio, factores como la sequía en algunas regiones o que la oferta es mayor a la demanda generan aprietos entre los cultivadores.

Aunque no hay consolidados oficiales de la cosecha que se está perdiendo, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) advirtió que en Colombia, debido a la coyuntura causada por la pandemia, estima que el 87 por ciento de los productores del país se han visto afectados de alguna manera.

Entre las afectaciones manifestadas por los productores, indicó la FAO, está el aumento del precio de los agroinsumos, con casos críticos en Córdoba, Boyacá y Tolima. Le siguen en importancia los problemas de transporte para sacar los productos a la venta y eventos climáticos como sequías y vendavales, que dañan las cosechas o impiden nuevos cultivos.

Para Jorge Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), el sector demostró en esta pandemia que es estratégico para la economía nacional; sin embargo, el aislamiento obligatorio ocasionó que el consumo en los hogares cayera sustancialmente.

“El cierre de canales como los restaurantes, asaderos, corrientazos, colegios o universidades también les pasó una cuenta de cobro a nuestros productores”, añadió Bedoya, quien manifestó ante la comisión primera del Senado que la situación pone en dificultades a los pequeños cultivadores y deja en evidencia, una vez más, los obstáculos para sacar alimentos por falta de buenas vías terciarias.

En Boyacá –explicó Jorge Julio, de la asociación Frutimarle, la cual aglomera a pequeños productores de cuatro municipios de ese departamento–, el valor para pagar a los trabajadores que recogen la cosecha no justifica el precio final que les dan por algunas frutas, como la pera, la cual se está pudriendo.

“Se perdió la pera. Ahora nos da nostalgia que pase lo mismo con la manzana. No nos da costo de recolección; el producto está barato y no hay quién lo compre”, explicó Julio.

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