Crece la ira en EE.UU. por disparos de policía contra un afroamericano

ras otro caso de violencia, ciudadanos en Kenosha (Wisconsin) salieron a las calles para protestar.

La policía lanzó gases lacrimógenos contra cientos de manifestantes el lunes en Wisconsin, mientras crecía la ira en Estados Unidos después de que un hombre negro fuera baleado por un oficial blanco, un caso que reaviva las históricas protestas contra el racismo tras la muerte de George Floyd.

Esta es la segunda noche de enfrentamientos en la ciudad de Kenosha (sureste de Wisconsin) después de que el domingo se hiciera público un video en el que se ve cómo un policía dispara por la espalda varias veces a Jacob Blake, de 29 años, ante la mirada de sus tres hijos.

Poco después de que entrara en vigor el toque de queda, agentes de la policía local equipados con trajes antidisturbios usaron gases lacrimógenos contra los manifestantes, constató un periodista de la AFP.

Los policías respondían al lanzamiento de botellas de agua y de fuegos artificiales por parte de los manifestantes. Horas antes, cientos de manifestantes gritaban a la cara de los agentes de policía «¡sin justicia no hay paz!» y «di su nombre: Jacob Blake».

Medios locales informaron el lunes por la tarde que la familia de Blake afirmaba que el estado de salud de la víctima mejoraba tras ser operado en el hospital de Milwaukee, unos 40 km al norte de la ciudad, a donde fue trasladado en avión.

Como ocurrió con George Floyd, el afroestadounidense de 46 años que murió asfixiado el 25 de mayo bajo las rodillas de un policía blanco, el intento de arrestar a Blake fue registrado por un testigo en un video que se volvió viral.

Las autoridades dijeron que dos policías fueron suspendidos y que se inició una investigación luego de los fuertes disturbios registrados en la noche del domingo, cuando varios vehículos fueron incendiados y hubo destrozos en un juzgado.

Antes de un toque de queda impuesto en el condado de Kenosha para preservar el orden público, los residentes clamaban por el fin a la impunidad policial.

«Si matara a alguien, me condenarían y me considerarían una asesina. Creo que debería ser lo mismo para la policía«, dijo Sherese Lott, una mujer de 37 años indignada por la brutalidad policial.

«Quiero que mis hijos vean cómo se produce el cambio y estoy aquí para que nunca les suceda nada como esto», dijo Michelle sin dar su apellido, mientras marchaba junto a su marido Kalvin, y sus hijos de ocho y siete años.

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