El Tour de Francia llega al final de su primera semana y sábado y domingo nada mejor que despedir esta primera parte de la competencia con un ‘paseo’ por los Pirineos, con jornadas de montaña, pero que no tienen un final en alto.
Las jornadas son ideales para mover el lote, para conocer las condiciones de los favoritos, que no pueden pestañear, no se puede descuidar o en cualquier momento pueden perder la rueda y pagar caro un mal día o una mala ubicación.
Este sábado la fracción será de 141 kilómetros entre Cazéres-sur-Garonne y Loudenvielle, día que ofrece terreno llano y son un constante sube y baja con dos puertos de primera y uno fuera de categoría.
La carretera se empina a partir del kilómetro 48, con el ascenso a Menté y sus 6,9 kilómetros al 8,1 por ciento de desnivel medio.
Nada más terminar su descenso llegan las rampas de Balès, de categoría especial con sus 11,7 kilómetros al 7,7 por ciento de pendiente y, sin continuidad, el Peyresourde, otra subida de 9,7 kilómetros al 7,8 por ciento.
La meta de esta última dificultad tiene su cima a 11,5 kilómetros de la meta, que serán de bajada hasta Loudenvielle.
“Muchos preferirán esperar a que pase la jornada de descanso (prevista para el lunes). Será después cuando empecemos a ver el ciclismo del Tour”, indicó Pablo Lastras, el director técnico del Movistar.
Y el domingo, la carrera tendrá un tinte muy parecido, con una etapa de 153 kilómetros, entre Pau y Laruns, con cuatro premios de montaña, dos de tercera y otros dos de primera, el último de ellos a 18 kilómetros de la meta.
“No hay ningún final en alto, lo que favorece el control de los dos grandes equipos. Creo que habrá cosas en los Pirineos, tiene que haberlas, porque de lo contrario se lo estaremos poniendo demasiado fácil a los dos grandes equipos”, señaló Marc Madiot, el mánager del Groupama.
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