Murió Alí Humar, el hombre de los mil cuentos

El director de Los cuervos y Sábados felices falleció en la madrugada de este martes.

El director, actor y escritor Alí Humar murió este martes en la madrugada luego de una larga batalla en la Fundación Santa Fe, donde fue internado el 14 de junio tras una bronquitis derivada del coronavirus, según informaron sus familiares. Así mismo, agradecieron las decenas de mensajes de fortaleza que recibieron en los últimos días.

Alí Humar siempre será recordado por su buen humor. Y de su humor hay historias por montones, como la que vivió el libretista Julio Jiménez, al que le hizo una ‘trastada’ que lo obligó a cambiar el guion de La abuela, una de las telenovelas más exitosas de los años 70 y en la que Humar interpretaba a un personaje llamado Benjamín.

En ese momento, el joven Alí, el quinto de los nueve hijos de un libanés y de una colombiana, actuaba en varias telenovelas que estaban al aire al mismo tiempo. “Y como siempre me veía igual, se me ocurrió una locura. Antes de una grabación, me fui a una peluquería y dije que me dejaran calvo. Llegué al estudio, me puse un bigote de utilería y salí en busca de la sala de maquillaje. Cuando Julio Jiménez me reconoció, me regañó porque tenía que volver a escribir para justificar mi calvicie y puso que le había caído un menjurje en el pelo a mi personaje”.

Humar contó esa anécdota en su libro Es mi versión y no la cambio, de Intermedio, un divertido ‘coleccionario’ de historias de alguien que tuvo una vida para contarla a través de muchos personajes y que gozó haciendo lo que hizo.

Julio Jiménez, a pesar de la ‘embarrada’, siempre fue su amigo y, con el tiempo, una de sus grandes llaves creativas: Humar dirigió Los cuervos y Lola Calamidades, dos de los éxitos más poderosos de Jiménez.

Humar también estuvo al frente de las más reconocidas producciones de la desaparecida Coestrellas, como Señora Isabel y Copas amargas.

Fue un gran trabajador de un medio que lo quiso y lo respetó. Estaba casado con Giomar Jaramillo desde hacía casi 47 años. Fue el papá de Valentina y Fabio. El abuelo de Alicia y el hermano de la actriz Yamile Humar.

Y con esta última descubrió la actuación. “Yamile estaba en el grupo El Búho, que en los años 60 dirigía Fausto Cabrera, y yo la acompañaba. Un día faltó un actor y Fausto me pidió que hiciera el reemplazo; era algo muy pequeño, pero ahí entendí que esto era lo mío y empecé a estudiar».

Su debut oficial en las tablas fue con un personaje en la obra El regreso de la vieja dama indigna que, según le contó a este diario con su humor habitual, “decía una sola frase: algo así como ‘Nitropentacus, sierenauico de teleneme’».

Humar también escribió el libro Ya que me acuerdo, con sus vivencias en el Festival de la Leyenda Vallenata, en la Europa Oriental de la Guerra Fría, sus charlas con el actor Aldemar García en su casino, y varias crónicas de sus viajes por el mundo. Porque esa fue otra de sus grandes aficiones: viajar.

Precisamente, el prólogo de este libro es de Margarita Vidal, una de sus mejores amigas, quien escribió: «A lo largo de cincuenta años de amistad sin fisuras, puedo dar fe de que Alí Humar es culto, inteligentísimo, rápido, socarrón y afortunado creador de filosos sarcasmos. Disciplinado, perfeccionista, solidario y amigo leal. Brillante conversador, juega con las palabras y las ideas y sabe crear a su alrededor un ambiente de gran suspense antes de sus fenomenales conversatorios. Franco y confiable, exhibe una calma oriental y hace que quienes lo queremos y frecuentamos nos sintamos cómodos, felices de verlo y que empecemos a saborear de antemano el momento de estallar de risa con sus ocurrencias, sus anécdotas y sus miríadas de recuerdos».

Alí Humar nació el 19 de agosto de 1945 en Mesitas del Colegio, y cuando empezó a actuar quería dedicarse solo al teatro, pero la falta de plata lo llevó a la televisión.

Y lo logró como actor en producciones como La abuelaLa herencia y La feria de las vanidades. En los años 80 se dedicó a la dirección. Y, además de sus grandes éxitos como Los cuervos y Señora Isabel, tuvo a su cargo producciones como Herencia malditaCastillo de naipes y Tabú.

Pese a su buen humor, reconocía que, en el día a día como director, a veces regañaba, y regañaba duro, pero el mal genio le duraba poco.

Durante casi 20 años dirigió Sábados felicesprograma que dejó en el 2019 para dedicarse a escribir y a otros proyectos culturales. Su paso por este espacio humorístico fue determinante para consolidar la risa que les daba a los televidentes, la carcajada que amaba.

En el 2008 hizo una aparición en Sin senos no hay paraíso, como Pablo Morón. Fue un corto regreso como actor.

Porque lo suyo, definitivamente, fue la dirección. Y como amante del cine, aplicó sus técnicas en la telenovela Los cuervos, haciendo repetir las escenas de acción, especialmente las que estaban relacionadas con vehículos a grandes velocidades, hasta que lograba su plano ideal.

Decía, además, que aunque hoy la televisión se hace con drones y gran tecnología, en la primera versión de La vorágine las matas de la ‘selva’ fueron robadas del “parque de la Independencia. La canoa tenía rodachines y era empujada», como le contó a EL TIEMPO.

Cuando empezó la pandemia, salió de Bogotá a refugiarse en su finca para cuidar su salud. Allí, jugaba con Alicia, su nieta, que fue su adoración.

Y allí escribió. En Ya que me acuerdo, además de Vidal, lo acompañó el periodista Julio Sánchez Cristo en la presentación. «Es imposible que no venga un tercer libro de Alí. Anécdotas gigantes en humildad y generosidad con sus protagonistas, pero especialmente desbordantes, de una realidad que supera la ficción; no se sabe quién es el actor, el director, el locutor, pero, sobre todo, el creador de una vida fascinante que hace carambolas de fantasía entre presidentes, leyendas vallenatas, guerrilleros, pintores, banqueros».

Alí Humar partió a su viaje definitivo, a encontrarse con sus grandes amigos: Pacheco, Boris Roth, Bernardo Romero Lozano y Bernardo Romero Pereiro, con quienes hizo grande la televisión colombiana.

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