Las labores de búsqueda se complican debido al enorme tamaño de las piedras que se vinieron abajo el viernes en la tarde desde una parte alta del cerro del Chiquihuite, la angostura de los caminos que hacen imposible el paso de maquinaria pesada en la zona afectada y el peligro de otro desprendimiento por la inestabilidad del terreno.
El deslave en el Tlalnepantla, Estado de México, tuvo lugar días después de las intensas lluvias que azotaron el centro de México y un sismo de magnitud 7,0 en Acapulco que remeció el martes inmuebles a unos 320 kilómetros de distancia hasta la capital del país .
El gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo, dijo el viernes en la noche que las lluvias y el temblor posiblemente contribuyeron al desprendimiento de las rocas en el cerro.
Los habitantes de la zona afectada se dieron de inmediato a la tarea de cavar en busca de sus vecinos. Formaron largas hileras y se pasaban entre ellos piedras cargables y recipientes de unos 20 litros (5 galones) llenos de escombros para hacerlos a un lado.
Francisca Trejo, de 57 años, que tenía un par de guantes manchados de tierra, descansaba cerca de una pila de escombros. “Se escuchó como cuando un camión descarga piedras pero mucho mucho tiempo”, afirmó en referencia al momento en que ocurrió el alud.
Las autoridades ordenaron a los socorristas retirarse cuando caía la noche ante el peligro de que cayeran más rocas.
“No queremos que nadie corra riesgo adicional, los geólogos nos han dicho que el desprendimiento está complicado, hemos hecho vuelos con drones y no queremos poner a nadie en riesgo”, dijo Ricardo de la Cruz, subsecretario general de Gobierno del Estado de México.
La prioridad para el sábado sería estabilizar la cuesta y continuar la búsqueda, dijo.
Las probabilidades de encontrar sobrevivientes se desvanecían porque “no hemos detectado nada” a pesar de la utilización de perros adiestrados y equipo especial de búsqueda, Dijo De la Cruz.
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